Se ha dicho que el partido de fútbol ideal es aquel que se gana con un penalti injusto fuera del tiempo reglamentario. El error constituye la esencia de este deporte, generalmente aburrido, que utiliza la mayor parte de los noventa minutos de juego en un insulso peloteo en medio del campo, carente de emoción. Solo el error clamoroso del árbitro es capaz de encender el fuego en las gradas, que al día siguiente llenará de disputas, de burlas y de gritos las oficinas y las barras de los bares. Aparte de esto, es el único deporte que muestra ante el público el vigor de un veredicto inapelable. En la vida ordinaria cualquier acción ante la justicia tiene posibilidad de recurso. El delito tiene mil formas de escabullirse o de aplazar la sentencia y el agravio puede tardar años en ser reparado. Solo en el fútbol sucede un hecho ejemplar. A estos futbolistas de élite, divos multimillonarios con novias espectaculares, con escudería de ferraris y maseratis, miles de fanáticos que les piden autógrafos y niñas adolescentes que se arañan el rostro al verlos de cerca y se agolpan para arrancarles los botones y llevárselos de recuerdo, he aquí que un árbitro, ante una simple protesta, les muestra la tarjeta roja, les manda a la caseta y ellos agachan la cabeza y obedecen. Solo en el fútbol sucede que el acta redactada por el árbitro, en general, sea la primera y última instancia acatada por las autoridades deportivas. De otro lado, el árbitro concierta todas las iras del público y asume los insultos, blasfemias y desplantes que el subordinado no puede lanzar contra su jefe en la oficina o en la fábrica. Cuantos más errores cometa el árbitro más limpios y purificados por dentro salen del campo los espectadores al final del partido. Me gustaban más los árbitros cuando vestían de negro. Ese atuendo era más acorde con el efecto expiatorio que tienen atribuido por la sociedad. Hay partidarios de introducir la tecnología en el terreno de juego, pero si el fútbol es un deporte todavía excitante se debe al elemento irracional que introduce el árbitro con esa sensación de que su error en el penalti puede desencadenar un cataclismo en el universo. No hay nada más ejemplar que esta justicia expeditiva: error, tarjeta roja y a la calle. Atrévase usted a hacer eso con su jefe.
TEMA:
Cuestión de los errores del arbitraje y su influencia en el fútbol y en la sociedad.
TESIS
No se defiende una tesis contraria a la introducción de medios tecnológicos en el arbiraje futbolístico.
ESTRUCTURA
TESIS
No se defiende una tesis contraria a la introducción de medios tecnológicos en el arbiraje futbolístico.
ESTRUCTURA
- Primera parte (Líneas 1-6): Introducción, el autor señala el tema de su artículo: los errores arbitrales en el fútbol y añade que, en su opinión, constituyen lo más interesante y emocionante del fútbol.
- Segunda Parte (desde la línea 6 a la 23): Desarrollo de la argumentación: el autor compara las decisiones arbitrales que suelen ser inapelables con el hecho de que en la vida cotidiana las decisiones de la justicia conocen recursos, apelaciones, aplazamientos... También señala el hecho de que los futbolistas, a pesar de ser millonarios, influyentes y poderosos, y el público, a pesar de su enfado, sus gritos y protestas, acaban acatando las erróneas decisiones arbitrales.
- Tercera Parte (desde la línea 23 hasta el final del artículo) Conclusión: el autor expone su tesis: Frente a los que proponen introducir medios tecnológicos para reducir el número de errores arbitrales, Manuel Vicent piensa que precisamente el error arbitral es lo más ejemplar del deporte.
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